Se trata de un yacimiento de origen íbero, de grandes dimensiones, que se extiende por gran parte del cerro de Giribaile, aunque su primera ocupación data de la Edad del Bronce. Lo compone un trazado de calles y casas de planta cuadrada y rectangular, además de zonas de uso público. También se conservan restos de las murallas que protegían el recinto, especialmente la gran muralla Oeste, de gran longitud y grosor.